LA HISTORIA DE ZAZETSKI
El hombre con su mundo destrozado es una obra del padre de la neuropsicología A.R Lurija, relata la historia de Zazetski, durante la 2da guerra mundial en la batalla de Smolensk este soldado ruso de 23 años de edad recibe un disparo en la cabeza defendiendo su patria para librarse del ejército alemán.
En medio de esta desgracia, Zazetski quedó con vida, y al despertar se encontraba ante un mundo aterrador. No podía recordar casi nada, no sabía quien era su familia, de donde venía, escribir, hablar con fluidez, ni siquiera sabía como ir al baño. Sin embargo, este soldado era un verdadero héroe, ya que durante los próximos 25 años en los cuales fue paciente de Lurija, se dedicó a autobiografiar los recuerdos y sensaciones que iban llegando a su cabeza.
UNA LESIÓN CEREBRAL COMPLEJA
La bala causó daño especificamente a la corteza parieto-temporo-occipital, pero antes de hablar de esto, es importante hablar de este detalle que Lurija nos regala en su libro: El cerebro en bloques.
Esta analogía hace referencia a la división funcional del cerebro según Lurija, consta de 3 partes:
-LA CENTRAL DE ENERGÍA: Es la zona comprendida entre los pedúnculos cerebrales y la formación reticular. Acá se reciben los estimulos de todos los sentidos para luego ser enviados, de ser necesario, a la corteza cerebral. Una lesión en dicha zona, evita que estos estímulos lleguen a la corteza, y de esto ocurrir, la persona entra en estado de somnolencia, ante la falta de estimulación el vigor cortical se pierde.
-EL LABORATORIO: Hace referencia a la corteza visual primaria, que recibe miles de estimulos de la periferia a través de la retina, al llegar a esta área dichos estimulos son interpretados en “partes” o de manera “segmentada”. Por ejemplo, imaginemos un arbol, esta imagen a llegar al área visual primaria es interpretada como una figura cilindrica para el tronco, y una circular para el conjunto de hojas, el área encargada de darle sentido a estas segmentaciones es la visual secundaria, que recibe información posteriormente tras ser analizada por la primaria. En pocas palabras, el área visual secundaria nos hace ver el mundo como “un todo”. Zazetski tenía lesionada estas partes de la corteza, como consecuencia observaba imágenes de manera segmentada, además sufría de hemianopsia, que es la perdida de la mitad contralateral del campo visual.
-Zona “Gnóstica”: Llamada de esta manera por el término “Gnosia”, consta de la corteza asociativa, las adyacencias de la corteza parietal, temporal y occipital se encargan de asociar e integrar todos los estímulos sensoriales entre sí. ¿Has recordado una comida que te guste, y a tu cabeza llega el olor? ¿O saber que objeto tienes en la mano sin siquiera verlo?
Esto ocurre gracias a la unión de los estimulos de cada organo sensorial en las áreas asociativas. Zazetski también tenía afectación de esta parte de la corteza, por lo que su mundo estaba totalmente framentado.
Representación del cuerpo en el cerebro
Un dato curioso que podemos encontrar en el libro, es la manera en la cual Zazetski relata sentir su cuerpo:
“A veces estoy sentado y siento que mis piernas están por encima de mi cabeza, o que mi tronco es más grande que todo mi cuerpo. También me pasa que escucho la palabra nalgas y sé que es una parte de mi pero no logro saber donde se encuentran.”
Recordemos que tenemos un cuerpo en nuestro cerebro, antiguamente conocido como el homúnculo de Penfield, en la actualidad la ciencia ha descubierto que este homúnculo no es como Penfield lo había dibujado, sino que se asemeja más a un mosaico de partes del cuerpo interconectadas entre sí en la corteza cerebral. El punto de esto, es ver el claro ejemplo de que la representación del cuerpo en el cerebro de este personaje estaba afectada, sumado a los problemas de integración sensorial por su lesión, encontramos a un sujeto que tiene una dificultad mayúscula para relacionarse con el espacio, ¿Has pensado cuantos pacientes tras un ictus quizás sufran lo mismo? Es una buena pregunta hacernos.
IMPORTANCIA PARA LA REHABILITACIÓN
En mi opinión, esta obra nos invita a conocer más el mundo interior del paciente, prestar atención no solo a los datos que obtengamos de las herramientas de valoración que solemos utilizar, sino también a como se siente nuestro paciente. Seamos un poco más como Lurija, y dejemos que el relato de sus memorias, sensaciones y vivencias nos entreguen información que podemos utilizar para construir un plan de trabajo en base a sus necesidades.